Hola
estimados amigos:
Mis
saludos desde esta Habana
Queremos saber las posibilidades de
presentarnos con ustedes en su festival.
Aquí pongo algunos datos necesarios para
que puedan evaluar el espectáculo, La octava puerta. Es una obra de
pequeño formato y a participado en muchos festivales donde ha obtenido
muchísimos reconocimientos y premios nacionales e internacionales.
Mis saludos desde La Habana
Le adjunto datos necesarios.
José Antonio Alonso
Teatro del Caballero
Teléf.
(537) 832 2175
Móvil.
535) 805 1523
La octava puerta
Aquí van los
links correctos para ver La octava puerta
La octava puerta parte 1: https://www.youtube.com/ watch?v=idTAkZIhp7Q
La octava puerta parte 2: https://www.youtube.com/ watch?v=nnZikLZmfJg
Necesidades
técnicas:
Espacio escénico. 4 metros mínimos de ancho por 4 metros
mínimos de
profundidad.
Altura: 3 metros mínimos
profundidad.
Altura: 3 metros mínimos
Butaca fuerte.
Parrilla o barra de luces sobre el escenario donde poder
colgar un aro plástico simple.
15 equipos mínimo, Elipse 4, fresnal 4, pal 64 4,
15 equipos mínimo, Elipse 4, fresnal 4, pal 64 4,
Aunque pudiéramos trabajar con menos.
Podemos hacerlo en teatros muy grandes también.
Podemos hacerlo en teatros muy grandes también.
Todo lo demás lo llevamos nosotros.
UNIPERSONAL DE JOSÉ ANTONIO ALONSO
Texto de José A. Alonso y Julio Cid
Dirección Artística: José A. Alonso y Jorge Luis García
Dirección General: JOSÉ ANTONIO ALONSO
Sinopsis de “La octava puerta”
Cuatro personajes
encerrados en una habitación sin poder hacer nada porque el actor se fue a
vivir a otro país. Deciden debelar las máscaras ocultas del ser humano, en este
caso, las del actor. Mientras esto pasa, ellos hablan mal de él. Dando a
conocer que ellos mismos son las frustraciones del artista. Un campesino bruto
y renegado por el actor, un travestido petulante y cruel, un experimentalista
que ha quedado todo retorcido, con sus sueños rotos y un Edipo Rey, pieza
inconclusa por el actor, que quiere irse para Tebas porque en La Habana se le
va la luz... Finalmente encuentran la solución, buscar en el público y
encuentran muchas personas que tienen los mismo conflictos que el artista,
actor.
La critica:
“Es una combinación de personajes, con
transiciones que anonadan al espectador por la pericia de Alonso en
transformarse, con máscaras, voz y postura” “Un tours de force de
Alonso que clausuró el Festival en el Koubek, el domingo.
Festival
de Teatro de Miami: El Nuevo Herald (miércoles 9 de mayo de 2001)
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“Quedamos sorprendidos
todos por igual, entendidos o no en materia teatral, y lo mejor
del asunto es ése que todos por igual recibimos una comedia que nos inventó a
involucrarnos no sólo con la risa -la cual alcanzó niveles terapéuticos sino
con la experiencia orgánica de la actuación”
del asunto es ése que todos por igual recibimos una comedia que nos inventó a
involucrarnos no sólo con la risa -la cual alcanzó niveles terapéuticos sino
con la experiencia orgánica de la actuación”
Juan
Martins | TeatroMundial.com, Venezuela
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El espectáculo cuenta con un texto teatral del propio
actor y del profesor y dramaturgo Julio Cid.
El diseño de escenografía y vestuario es de Raúl
Martín; el de luces de Pablo Guevara, mientras la banda sonora fue
confeccionada por Adrián Torres.
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Una nueva versión de La
octava puerta, mejorada considerablemente, tanto en el texto como en la
puesta en escena en sentido general, presentó José Antonio Alonso dos fines
de semana de octubre´04 en la sala teatro Adolfo Llauradó, con gran acogida
de público, que al final de cada función desbordaba entusiasmo al aplaudir
las probadas y premiadas cualidades histriónicas de este actor de Teatro
Buendía, cuya pieza le permite lucirse al desdoblarse en varios personajes
con asombrosos cambios, en los que José Antonio mantiene la energía, el
dominio del cuerpo y de la voz y una ágil y fácil comunicación con los
asistentes, con los que dialoga e implica en la trama a través del uso de un
buen humor, muy bien recibido. El espectáculo de una hora de duración viaja
ahora a Venezuela donde le auguramos muchos éxitos. |
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-fotos comentadas de Pepe Murrieta-
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Máscara,
respiración del cuerpo
por Juan Martínez / TeatroMundial.com /Venezuela.
En La Octava Puerta, de la agrupación
Teatro Buendía, de Cuba, quedamos sorprendidos todos por igual, entendidos o no
en materia teatral, y lo mejor del asunto es ése que todos por igual recibimos una
comedia que nos inventó a involucrarnos no sólo con la risa -la cual alcanzó
niveles terapéuticos sino con la experiencia orgánica de la actuación.
Esto quiere decir que recibimos las
emociones de una manera tal que nuestra condición de espectadores somete estas
emociones al nivel intelectual el cual lo exige toda experiencia estética una
vez que se halla detenido en la reflexión como modelo aprensible de aquel
espectador. Es entonces cuando la comedia, además de hacernos reír, adquiere
voluntad en sí misma sobre el público quien participa con su entusiasmo y risa.
La risa, debemos decirlo, es una emoción que se construye en signo: aquello que
nos da risa se compone de significado en el receptor, el público. Por esa
razón, la risa aquí es explicación, inducción del «otro» -de aquel que nos
reímos-. Desde esa condición del otro nos descubrimos aún terapéuticamente: el
público en esta función participó desinhibidamente junto con el actor (José
Antonio Alonso) hasta el punto de convertirse en espectador-participante. De
manera que su emoción, la risa, se conceptualiza para formar parte del espacio
escénico.
El actor se vale de diferentes personajes a
modo de introducir una formalidad de la «otredad» al transgredir la realidad
mediante el traslado de un personajes en otro: «el actor», «el trasvesti», «el
malhablado» entran y salen en un único espacio escénico usando diferentes
máscaras. Como podrán inferir de aquí, la máscara es un instrumento usual en el
teatro. Lo importante, en cambio, es cómo ésta adquiere sentido y significación
dentro de aquél espacio escénico: la(s) máscara(s) compone(n) una unidad entre
los personajes y la realidad del espectador. Por lo que la risa en éste se hace
interpretación de su realidad. De algún modo nos reímos de nosotros mismos y es
cuando la emoción adquiere forma inteligente. Precisamente en el momento cuando
el actor desarrolla cada personaje por medio de las máscaras, delimitando a su
vez en el uso apropiado de la iluminación y la composición del espacio escénico,
es cuando se logra esa interrelación con su audiencia. Para entonces, la risa
ya no es gesto natural sino, como dije, signo y significación en la estructura
de la obra. Entendiendo que la obra de teatro es una unidad entre texto
dramático (por cierto escrito por el mismo actor) la pieza escenificada y el
público (el cual compone el evento social como tal) Si la entendemos en esta
dimensión apreciaremos el profundo contenido social que nos trasmitió esta
obra: una visión crítica de la sociedad cubana y, más aún, de la sociedad en
general.
Por lo que, si se quiere, a pesar del mal
gusto político de los otros, estamos ante una obra de vanguardia y por lo demás
revolucionaria. Pero, aclaro, no por su contenido social o político sino por lo
que logra en la estructura de
sus signos, otorgando significación y presencia estética a lo que
en principio nos parece un lugar común: la máscara.
La historia se edifica por medio de la
destreza del actor al tiempo que van surgiendo los diferentes personajes sobre
el escenario. Nuestros valores morales y éticos pueden quedar bajo nuestro
juicio cuando nos enfrentamos al sarcasmo y a la parodia: mirada de nosotros
mismos y quizá rechacemos esa primera mirada, en lo que lo lúdico le otorga una
nueva dimensión al humor distanciándose de la comedia comercial. El humor como
sentido crítico de la sociedad.
Es aquí cuando lo lúdico nos introduce en la
estructura conceptual de la propuesta. En el que la máscara del actor se nos
hace «uno» en forma de monólogo, cuya dinámica no dispone sólo sobre el hecho
de hacernos reír, sino de saber cuán tranquila es nuestra vida de espectadores
cuando están sucediendo cosas más allá de nuestra mirada. Claro, para lograr
esto aquí, José Antonio Alonso dispone de un alto nivel actoral quien vale de
su capacidad intelectual como actor para entregarnos a un actor bien se acerca
a la intención del poeta, tratar con la palabra hasta alcanzar que la emoción
se
convierta en una unidad estética y formal en el discurso teatral.
A esta altura del asunto, ¿qué lugar ocupan
los monólogos del stand up comedy de Broadway?
por Pedro Monge. Revista OLLANTAY (Caracas, 23 de
nov.´04)
En contraste con Bernarda Alba, José Antonio Alonso del Grupo
Buendía, de
Cuba, trajo su unipersonal La octava puerta. Valiente obra sobre
la verdad
que molestó a muchos por la crudeza con la que dice su
experiencia y,
además, por los personajes que Alonso trae a escena para decirla.
La obra es
contestaría y Alonso, que repite que no es un dramaturgo, usa los
personajes
que están trabajando hace dieciocho años en una supuesta obra.
Estos
personajes desean tener una vida propia y resienten que él/el
director no se
lo permita. Los personajes comparten el unipersonal con un travestido
que,
también, busca su yo. Es una convocatoria a la polémica, pues en
esa
búsqueda de poder existir de acuerdo a “sus” mundos
nos lanzan al análisis
profundo de la realidad, particularmente la realidad cubana y en
forma
general, la de ser distintos. Dichosos los que son capaces de un
análisis
objetivos y constructivo al que, por otro lado, no llegaron todos
los
espectadores, pues estábamos incapacitados por nuestros
subjetivismo
político o moral.
(Pedro
Monge Rafuls, dramaturgo y director del Centro para las Artes OLLANTAY
y
de la revista del mismo nombre. Neoyorquino de origen cubano)
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.
por Jorge Luis García
Fuentes
¿Se ha preguntado al salir de su casa, cuánto de usted queda detrás del umbral
de la puerta? ¿Cuánta verdad, máscara o rostro quedó inconcluso en su afán de
querer ser reconocido? ¿Cuánto de usted mutiló para sobrevivir al paso de los
vencidos?
Con estas preguntas el actor se lanza, con la misma fuerza con que los
siete contra Tebas fueron a la conquista de semejante ciudad de todos, siete
ejércitos, uno para cada una de las siete puestas de la tebana muralla. Así el
actor se abalanza en pos de la Octava Puerta, esa que no puede verse, mucho
menos rebasarse, acompañado de un pequeño ejército de “personajes”
y sin armas visibles, y para colmo predestinado al vapuleo colectivo; la Octava
Puerta se resiste al paso de los vencidos.
De puertas intransitables se desborda la escena cubana. He aquí una más, la
puerta del equilibrio, la puerta de la armonía, ¿cómo transitar bajo su arcada?
¿Existe tras ella algún atisbo de la tierra prometida? ¿Existe en verdad la
Octava Puerta?
El
actor, anfitrión de figuras que pueblan su cotidiano subconsciente, las ama y
las odia con idéntico desenfado. Son parte suya y como buen progenitor las
almacena precavido.
Algo de guajiro gritón, algo de pedante filosófico, algo de ostentoso
mariquita, algo de amasijo incompleto, todo archivado y clasificado en el
cuarto de desahogo de su cerebro citadino.
Usted puede salir al mundo por cualquier puerta, pero una vez que sale, tiene
que cargar con pasado y presente de una vida no siempre satisfecha. Este puede
ser, mi querido espectador, el campo de batalla, o la mesa de concilio. Quizás
ni lo uno ni lo otro. Quizás algo. Quizás...
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